Carta en verso ganadora del VII
Certamen Nacional
de Cartas de Amor "Ciudad de Bailén"
Año 2001
A ti
Mi
dueño, mi amor querido:
mi
luz, mi calor, mi fuego.
A
ti, te escribo esta carta
que
tal vez recibas luego,
y
en tu corazón la guardes,
como
seda azul de anhelo
para
taparme algún día,
cuando
duerma en el recuerdo
y
quieras que no despierte
del
silencio de este sueño.
A
ti,
que
ocupas la extensión total de mi existencia.
Tan
llena estoy de ti,
que
te siento rebosar, como líquido hirviendo.
Te
resbalas con mis lágrimas,
te
aceleras con mi aliento,
por
mi piel te desparramas
y
en mis pupilas te encuentro.
Es
tan fuerte tu presencia,
que
me asusta , me atormento,
confundo
el tú conmigo misma,
como
si de mí fueses dueño.
Y
sin embargo hay un sitio,
en
mi vientre, ahí muy dentro,
donde
te busco, te añoro,
te
gozo y te requiero.
Que
es tan fuerte tu presencia,
que
tanto ocupas mi cuerpo,
que
después quiero abrazarte
y
aquí fuera no te encuentro.
Y
ahora debo despedirme.
Espérame
amor, en invierno,
junto
a la fuente callada,
bajo
el jazmín floreciendo.
Y
en un beso sentirás
lo
que ahora escribo en verso
y
ya jamás partirás
donde
ahora no te encuentro.
Mi
dueño, mi amor querido,
mi
luz, mi calor, mi fuego.
Y
no podría despedirme
sin
decirte que te quiero.
Tu amada
Rocío Biedma
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Carta en verso ganadora del XI Certamen Nacional
de
Cartas de Amor “Ciudad de Bailén”
Año 2005
Qué no daría yo
Mi bien, mi amor querido,
mi dulce luz, mi cielo:
mi dulce luz, mi cielo:
mi sentir voy a escribirte
en esta tarde de invierno
en esta tarde de invierno
y si supiera decirte
a gritos, desde el silencio,
a gritos, desde el silencio,
no sabes lo que daría,
porque notaras mi intento,
porque notaras mi intento,
de mostrarte vida mía,
tanto amor como te tengo.
tanto amor como te tengo.
Que no daría yo,
por ser música
por ser música
y de canción disfrazarme,
colarme por tus oídos,
por tus surcos recrearme,
envolverte en melodías
y en tu corazón quedarme.
Que no daría yo
por ser lluvia
por ser lluvia
para en tu piel
resbalarme,
refrescar tu tez dorada,
en tus pupilas bañarme,
mojar tus dulces cabellos
y entre ellos acunarme.
Que no daría yo
por ser luna
por ser luna
para que puedas mirarme
a los ojos, cara a cara,
tus sentimientos contarme,
acariciar tus mejillas
y seguir enamorándome.
Que no daría yo
por ser viento,
por ser viento,
para llegar y besarte,
para arrancarte la ropa,
y de mi amor susurrarte
y amarrarte a mi cintura
para que no te escapases.
Que no daría yo
por ser sueño,
por ser sueño,
para que tú me soñases,
hacer tus noches más bellas
y que de día recordases,
que cuando cierres los ojos
por ser un sueño me amases.
Y no voy a despedirme,
que se acerca nuestro encuentro,
tan sólo escribo, mi vida,
“qué no daría” dicho en verso
dónde me escuches rimar
tanto amor como te tengo.
Siempre tu amada
Rocío Biedma
Carta para cuando te dejes querer
Entiende que te pida
de entre tus cosas un momento:
de entre tus cosas un momento:
Algún día, si te dejas querer,
te mojará la lluvia
que hoy te ofrezco.
Mientras tanto,
que hoy te ofrezco.
Mientras tanto,
me guardaré los sueños
que acaso se te escapen.
que acaso se te escapen.
Cuándo puedas decir,
dame palabras que me abracen.
A veces, necesito saber
que tú también tienes miedo.
que tú también tienes miedo.
Si tardas en volver,
recoge mi sonrisa.
recoge mi sonrisa.
Mirándote en mis ojos
yo estaré tranquila.
yo estaré tranquila.
No creas que no entiendo
tu puerta de silencio;
tu puerta de silencio;
pero llegado el momento,
no olvides pedirme
una mano para abrirla.
una mano para abrirla.
Tendrás ternura
que te guardo y tal vez
que te guardo y tal vez
(si escuchas esta vez)
te traiga el mar
aquella voz con que te amo.
aquella voz con que te amo.
Y es que no me resisto
a enmudecer más tiempo.
a enmudecer más tiempo.
Es triste que mueran
las palabras sin decirlas,
las palabras sin decirlas,
y aún es más triste
vivir, sin vivir realmente el tiempo.
Cada segundo que me dejes tenerte,
te nombraré latidos
que descorran el cerrojo.
que descorran el cerrojo.
Diré te quiero
y será aire que rozara antes mi
pecho,
pasando por encima de esos lirios
que te invocan desde siglos,
que
es el tiempo en que no estás
y en el que si acaso se te escapan,
me guardaré tus sueños.
Rocío Biedma